No siempre existió el patriarcado

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Si ya es raro en este contexto hablar de qué es el patriarcado, más especial es lo que sucedió en nuestra última reunión del CAF: descubrir juntas que no siempre existió.

“No me parece patriarcal decir que las mujeres están más cerca de la vida” decía Celi a propósito de la reflexión que habíamos comenzamos sobre la creatividad femenina y sobre cómo ella parte pero no se reduce sólo al aspecto biológico. Así abríamos un intercambio muy estimulante: ¿cómo pensar las diferencias entre mujeres y hombres de manera benéfica cuando hace años que son motivo de laceración para las primeras? ¿Cómo hacerlo con libertad cuando cada vez más está de moda hablar de una humanidad neutra, cancelando estas diferencias? Afirmar que las mujeres cuidamos la vida ¿tiene una connotación patriarcal y es entonces un mito a derribar o habla de nuestra fuerza y puede ser una posibilidad?

Volver a hacerme estas preguntas me llevó a recordar y compartirles algo que fue una llave en mi reflexión sobre los géneros: descubrir que el patriarcado lleva sólo 5000 años de los más de 200.000 que tiene la humanidad. Pude contarle a las chicas lo estimulante que fue para mí empezar a conocer, a partir del grupo de lectura de El origen femenino de la humanidad de Sara Morace con Dario Renzi, que hubo un largo tiempo en el que –probablemente–  mujeres y hombres vivían en comunidades pacíficas, donde aún no existía el patriarcado. Que en ellas, es creíble pensar que a las mujeres se les reconociera su rol central en el cuidado y la garantía de la vida, que la valoración de su fuerza creativa dejó testimonio de ello en representaciones como pinturas o estatuillas. Incluso las deidades solían ser femeninas, reconociendo una mayor cercanía con los ciclos vitales de la naturaleza. Que eran ellas las madres de todos, más allá de serlo o no biológicamente, y que esto era un bien para sí mismas y para toda la comunidad, no un mandato que las obligaba a quedarse en sus casas (como nos lo hacen interpretar en este último tiempo).

Entendí así mejor que la importancia de las mujeres para la garantía de la vida humana es tal que el patriarcado no puede negarla del todo, pero sí reducirla y aplacarla. Recordar a estas madres me es útil y tranquilizador, desde entonces a la hora de pensar en los géneros; lo hago con mayor libertad, despojándome de las mentiras de un patriarcado al cual le faltaban años para aparecer. Me abre nuevos horizontes sobre quienes somos las mujeres y quienes podemos ser. Una reflexión que vuelve y se enriquece junto a nuevas amigas que la tiñen con su propia interpretación e interrogantes. Te invitamos a participar y seguir coloreando los colectivos de mujeres. 

 Julia Haberfeld