Defendamos la vida, frenemos a los liberticidas


Femicidio en Barracas

Defendamos la vida, frenemos a los liberticidas

 En una pensión precaria del barrio de Barracas, un hombre prendió fuego una habitación con cuatro mujeres adentro. Tres de ellas fallecieron, la cuarta se recupera todavía en el hospital.

A Barrientos, el femicida, lo frustraba la libertad con la cual ellas vivían. Pamela, Roxana, Andrea y Sofía eran mujeres adultas que vivían juntas expresando sin vergüenza el amor y la amistad que las unía, ayudándose entre sí para capear la situación de pobreza que sufrían. A Barrientos, tan solo verlas divertirse lo enfurecía, y las molestaba llamándolas “engendros” y “lesbianas sucias” frente a la indiferencia –o complicidad silenciosa– de algunos vecinos del lugar. Una noche sintió la impunidad para asesinarlas, sin más. Impunidad que todavía goza porque, al día de hoy, el fiscal a cargo se niega a caratular el caso como “femicidio múltiple” y busca pruebas para declarar a Barrientos inimputable. Impunidad que revive en el discurso del vocero presidencial, cuando rechaza el carácter patriarcal del crimen; en los dichos de Mondino, ministra de Relaciones Exteriores, al comparar a gays y lesbianas con gente “piojosa”; o en las palabras de Nicolás Márquez, asesor y mejor amigo del presidente Milei, cuando dijo que ser homosexual es “una conducta insana y autodestructiva”. 

Es histórica la complicidad estatal con los femicidas. Pero hoy, los Barrientos son gobierno. Lo venimos denunciando desde el primer día: Milei y sus secuaces no conforman solo un gobierno brutalmente ajustador, son profundamente liberticidas. Son los primeros responsables del clima de violencia difundida, porque atacan las libertades más elementales y vitales como la libertad femenina, que es la premisa para la libertad de todos. Porque alientan a los violentos, fomentan el odio hacia quienes piensan y viven diferente, porque promueve la censura a quienes levantan la voz.  

La conmoción que sentimos muchas y muchos por este crimen atroz de carácter fascista, difícil de equiparar con otras tantas expresiones de furia patriarcal cotidianas, tiene que ayudarnos a comprender mejor los peligros que enfrentamos y encontrar las fuerzas para reaccionar. Lo que está en juego es la vida, de las mujeres en primer lugar, y con ello la vida, el bien y la libertad  de todos. Unámonos en su defensa impulsando un Frente Único contra este gobierno reaccionario y liberticida, y para frenar desde ahora a los violentos que lo secundan.

Ana Gilly