Por Cecilia Buttazzoni
El gobierno de Rodríguez Larreta prohibió el uso de la “e”, “x” y “@” en las escuelas. Esto provocó una reacción por parte del peronismo contra la censura ejercida por el jefe de gobierno porteño. La denuncia contra la cancelación es siempre un reclamo justo, pero también hipócrita si proviene del peronismo que, a la hora de gobernar, ejerce sistemáticamente su poder a través de la prepotencia masculina y la censura. Sin ir más lejos, el día de ayer, el gobernador Kicillof llamó a niñas y niños de escuelas primarias a rebelarse y hablar en “lenguaje inclusivo” porque “no nos gusta prohibir, nos gusta que puedan expresarse” mientras que, horas más tarde, su policía reprimió con balas de goma a estudiantes y docentes que reclamaban por seguridad y un predio nuevo en Villa Fiorito. La libertad de expresión es un derecho elemental, que exige tener un juicio de valor con respecto a las diversas manifestaciones que esgrimen las personas.
Volviendo al arco político, sus representantes están motivados y se enfrentan por la pugna del poder de prohibir y controlar a la población, en particular a mujeres, niños/as y jóvenes. Lo ejercen el gobierno de Rodríguez Larreta, el de Kicillof y cualquier gobierno al buscar adoctrinar a las/os niñas/os para convertirlos en ciudadanos funcionales al Estado. Una cruzada antihumana que el peronismo, de la mano de la pseudoteoría queer, profundiza con el mal llamado “lenguaje inclusivo”. Ya que hablar con la “e” lejos de incluir, niega la especialidad de nuestra humanidad constituida por dos géneros y se ensaña particularmente con las mujeres quienes –por los nuevos vericuetos patriarcales de términos como “cuerpo menstruante” o “cuerpo gestante”– siguen sin ser nombradas.
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