Mujeres por la paz

Todavía conmocionadas por los más de 120 niños y niñas asesinados en Ucrania, recibimos nuevas noticias: Natalya denunció haber sido violada por soldados rusos la misma noche que inició la ocupación, cerca de Kiev. Otras empiezan a tomar coraje y cuentan su propia historia. Al mismo tiempo, nos llegan imágenes de un jovencísimo y asustado soldado ruso, capturado por el ejército, rodeado de mujeres que lo acogen con té caliente y le prestan su teléfono para que pueda comunicarse con sus seres queridos… son señales de quienes se resisten a la guerra y no aceptan su lógica deshumanizante.
Para los ejércitos, las mujeres y los niños/as son un botín de guerra, un “terreno” a conquistar. Para hacer la guerra y propagar la muerte, los Estados deben doblegar al género femenino que, por el contrario, se dedica cotidianamente al cuidado de la vida de todos.
El género masculino es el que tradicionalmente ha respondido al llamamiento a las armas por parte de los poderosos. Mientras ellos guerrean disminuyendo la población mundial, las mujeres se ocupan de mantenerla con vida. No es una situación inexorable, porque existen cada vez más razones –y algunos ejemplos valientes– para que los varones elijan rechazar la lógica bélica. Pero aún existen más posibilidades de que las mujeres, relativamente más ajenas a la guerra, puedan transformar su apego radical a la vida en una oposición activa al belicismo de los Estados y la violencia que emanan en la vida cotidiana.
Podemos intentar superar una ambigüedad preocupante: las mujeres, aunque temen y sufren las guerras, las toleran. Aunque sea el género que se dedica mayormente al cuidado de la vida y la pacificación entre las personas, soporta y sostiene las contiendas militares, e incluso una ínfima minoría se involucra activamente. Es una ambigüedad que tiene también su expresión en las corrientes feministas: quienes, en un rol de vanguardia, se baten por la defensa de la vida y de la libertad de las mujeres… ¿acaso no podrían ser las primeras que denuncien el carácter intrínsecamente patriarcal de las guerras? ¿Que promuevan la solidaridad con las mujeres que la sufren y la enfrentan? Algunos ejemplos en la historia fueron dignos de ello. Sin embargo, el pasado 8 de marzo, ninguna organización feminista eligió ponderar la lucha por la paz contra la guerra como un motivo de unión en tan simbólica fecha. Llamamos a cambiar y reaccionar, la vida de millones de personas está en peligro, hay una infinidad de mujeres y niños/as refugiados buscando cobijo. Ser indiferentes envilece nuestra lucha y, por el contrario, ser solidarias nos enriquece humanamente. Nosotras hemos elegido serlo, y encontramos a centenares de mujeres disponibles a pensarse como protagonistas de pacificación. Con ellas, con todas ustedes, queremos volver a encontrarnos en los Colectivos del CAF para continuar –o empezar– a pensar juntas en este compromiso. Por la pacificación contra las guerras. En defensa de la vida de las mujeres y la de todos, aquí y más allá de las fronteras.

Ana Gilly

Publicado en Comuna Socialista 69



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