La solidaridad salva vidas

“Fuimos mi marido y yo quienes socorrimos a la chica (…) vimos que estaba siendo abusada y salimos a ayudarla, mientras otro vecino filmaba para juntar pruebas”. Natalia describía así el momento en que rescataban a la joven violada por seis hombres en el barrio de Palermo el lunes pasado, a plena luz del día. Inmediatamente, conocido el caso, Giuliana juntó coraje y denunció haber sido víctima de uno de los involucrados. “Decidí levantar la voz para ayudarla”, decía mientras manifestaba su solidaridad junto a un grupo de mujeres en Munro. Al mismo tiempo, vecinos de Villa Crespo escrachaban a uno de los violadores en su domicilio.  

Este nuevo caso de violencia patriarcal contra la libertad y dignidad femenina conmociona y moviliza a muchas personas sensibles. La vida de las mujeres está amenazada –mucho más en tiempos de guerra– y es necesario reaccionar. El patriarcado, si bien en crisis por el amplio protagonismo femenino en defensa de la vida, no ha terminado. Entonces, ¿qué podemos hacer para defendernos? ¿Seguimos delegando nuestro cuidado a las instituciones estatales que sistemáticamente protegen a los violentos? ¿A un gobierno que, mientras ampara a patriarcas como Alperovich, abandona a las mujeres en situaciones vulnerables? ¿O sacamos lecciones del valor que tuvieron las/os vecinas/os que eligieron involucrarse y no ser indiferentes? ¿De quiénes depende, entonces, la defensa de la vida frente a los violentos?

El protagonismo directo y solidario es fundamental. Son las personas sensibles las que pueden hacen la diferencia, las que ante una situación extraña activan sus sentidos y reaccionan. Podemos hacer de este recurso humano una fuente de aprendizaje permanente, elegir practicar y cultivar la solidaridad entre mujeres –y con los hombres más disponibles– desafiando la complicidad y el individualismo. El próximo 8 de marzo será una ocasión para encontrarnos y construir un sector en el cual las mujeres, juntas, puedan ser protagonistas de la defensa de la vida y de la libertad.