Queremos solidarizarnos con M., que en el año 2012 y
a sus 16 años fue víctima de violación por parte de un grupo de seis hombres,
entre partícipes necesarios y abusadores, en la provincia de Chubut. El coraje
de su denuncia fortalece su dignidad y la de todas, pero la respuesta
patriarcal no tarda en llegar, ahora desde la justicia democrática.
El nuevo ataque lo encabeza el fiscal Fernando
Rivarola, quien cambió la carátula de la causa por “abuso sexual simple”. Con
esto, busca bajar la pena de los responsables, hijos del poder político y
económico, alegando que fue un accionar motivado por la exigencia de “desahogo
sexual”. Detrás de esta mentira misógina hay un pensamiento determinista que
coloca a los culpables como cautivos de impulsos biológicos incontrolables. Este
determinismo –como cualquier otro– quita a los seres humanos la capacidad de
elegir y, por ende, desdibuja la responsabilidad de estos hombres, abriendo la
puerta al relativismo moral en el que también incurre, por ejemplo, la
perspectiva culturalista. Recordemos cuando el máximo tribunal de Salta sobreseyó,
en el año 2007, al violador de una niña Wichí de nueve años, esgrimiendo que “las
prácticas sexuales a temprana edad son habituales en esta comunidad”.
Es que en la justicia burguesa y patriarcal de los
Estados pueden surgir distintos puntos de vista, hasta ocurren rencillas internas
entre posiciones más o menos punitivas. Sin embargo, están unidos en su punto
de partida: defender los intereses de los que tienen el poder negativo de
oprimir. Es por eso que las mujeres siempre tendremos que arrancar y exigir
nuestros derechos más básicos. Es por eso que si queremos estar con las que más
sufren, es innegociable la independencia de nuestros pensamientos y acciones; virtud
que escasea en los dichos de la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad Gómez
Alcorta, quien declaró que el problema del caso se debe a la falta de
capacitación del fiscal. Este argumento, ¿no es una nueva manera de quitar la
responsabilidad innegablemente patriarcal de estos funcionarios? Confiar en la
tutela estatal se paga, entre otras cosas, con la traición de los propios sentimientos
y valores que están al origen del compromiso por la defensa de la vida, la libertad
y la dignidad femenina que nos anima.
El machismo del funcionario no es novedad, sin
embargo no deja de indignarnos y herirnos. Un potente antídoto para enfrentar la
amenaza permanente patriarcal es elegir un compromiso independiente y cultivar
un sentimiento de solidaridad femenina, entrenar una mirada atenta y amorosa
para que ninguna quede sola y alejar de nuestras vidas a los violentos. Hacer
crecer relaciones y ámbitos colectivos benéficos, en los cuales encontrarnos
seguras y ser más libres.
Cecilia Buttazzoni