El compromiso de las mujeres en cada rincón del
mundo es fundamental para enfrentar la amenaza a la salud que provoca el coronavirus,
y esta reacción no es casual. Es el género femenino quien a lo largo de la
historia ha tomado la delantera en la defensa y el cuidado de la vida de todos a
pesar de sus claroscuros.
Pensemos en el coraje y la dedicación de las médicas,
que en este país representan más del 50% de los profesionales, a pesar de que
el patriarcado bloqueó por centenares de años el acceso femenino a las
universidades, expropiando sus conocimientos curativos ancestrales. Estos
igualmente persisten, aunque intuitivamente. Ni las hogueras pudieron aniquilarlo.
![Personal de enfermería en el servicio de cuidados intensivos de un hospital en Tours, Francia, el 31 de marzo de 2020.](https://s.france24.com/media/display/692bff0a-74f1-11ea-8300-005056a964fe/w:980/p:16x9/000_1QB1DR.webp)
Bajo el patriarcado esta particular capacidad de
cuidado y atención hacia los demás está violentamente
condicionada, se vuelve obligación, sumisión y menosprecio. Los mejores
recursos con que contamos humanamente son distorsionados o intentan ser
negados. Sin embargo, persisten. Cada generación renueva la defensa y el
cuidado de la vida, aunque en algunos casos es mal interpretado y cómplice de
los poderes opresivos. Muchas veces, el cuidado de los otros se vuelve posesivo,
receloso, denunciante, individualista y autoritario. ¿Podemos aprender a
identificar juntas nuestras mejores características? ¿Podemos liberarlas y orientarlas
benéficamente con criterios independientes a los opresivos?
Cecilia
Buttazzoni