“Estoy acá contando lo que viví por mi seguridad
pero también para que otras mujeres se animen a hablar. Esto no me mato (…) me
puedo recuperar, me puedo cuidar, me puedo elegir. Hoy elijo no callarme nunca
más” (extracto
de la carta pública de la denunciante)
Valentía e integridad definen
a la mujer que denunció por violación a su tío José Alperovich, el poderoso ex
gobernador de Tucumán. Su coraje, seguramente, se nutre del de miles de mujeres
que defienden su libertad y su dignidad contra la violencia patriarcal. Hacia
ella, todo nuestro apoyo y solidaridad.
Prepotencia y cinismo es
lo que encarna el acusado, actual
Senador nacional. Sabe que cuenta con la impunidad que le otorgan las
instituciones democráticas y los círculos del poder estatal. Una “protección”
por demás probada en denuncias similares anteriores: Manuel Mosca (PRO), Jorge
Romero (La Cámpora), Juan Carlos Marino (UCR)… Todos ellos continúan en sus
cargos públicos. Los ámbitos políticos son zonas liberadas para los patriarcas
y violentos.
Hipocresía y complicidad reinan
entre los principales referentes del “Frente de todos”, que evitaron por
todos los medios tomar una posición clara y digna al respecto. Expresión
palmaria son las declaraciones tardías y vergonzantes de Alberto Fernández y
Victoria Donda, y el escandaloso silencio por parte de Cristina Fernández de
Kirchner. El pedido de “licencia” por parte de las/os senadores/as es una
movida mentirosa, que no nos engañen. No están expresando ningún repudio hacia
Alperovich, están buscando lavarle la cara a la institución y, al mismo tiempo,
le garantizan a su colega el resguardo necesario para no “exponerlo” como
figura pública. Para la política, la vida y la libertad femenina están atadas a
mezquinas especulaciones electorales.
Encubrimiento y oportunismo fueron
las banderas de las organizaciones de mujeres alineadas con el peronismo en la última
marcha del 25 de noviembre por el día internacional contra la violencia hacia
las mujeres. Omitieron, deliberadamente, la denuncia contra Alperovich en sus
reivindicaciones. La misma hipocresía –salvo alguna digna excepción– reina
entre las periodistas “de género” del periódico Página12, referentes también del
Colectivo Ni Una Menos.
Libertad, dignidad, respeto. Depende
de nosotras, mujeres. No podemos delegar ni confiar nuestro cuidado a quienes
sistemáticamente atentan contra nuestra integridad, o a aquellos/as que callan
según su conveniencia. Unámonos
establemente en solidaridad para combatir la violencia patriarcal, y que
ninguna mujer se sienta sola. Unámonos con independencia, sin tutelas estatales,
partidarias o sindicales. Es la mejor manera de ser libres para pensar, para
decidir, para reaccionar juntas. Para estar siempre, incondicionalmente, del
lado de las mujeres.
Ana Gilly
27/11/2019