¡Queremos la vida, queremos la libertad: ¡Aborto legal y gratuito ya! 28 de septiembre - Día internacional por el Derecho al Aborto - 17 hs - Rivadavia y R. Peña
Algo
quedó claro en aquella multitudinaria jornada que protagonizamos el 8A frente
al Congreso: que la libertad de las mujeres es y será obra de las mujeres
mismas, no podemos delegarla ni confiar en las decadentes instituciones
estatales. Mucho menos hoy, cuando de ellas mismas proviene –de la mano del
gobierno de Macri y Bullrich– un brutal empeoramiento de las condiciones de existencia
de millones de personas. En aquella oportunidad, la histórica alianza
anti-femenina entre la Iglesia y el Estado logró rechazar la Ley por el Derecho
al Aborto, pero no podrán hacerlo por mucho tiempo más. ¿Por qué? Porque las
mujeres comenzamos a cambiar nuestra propia conciencia, afirmando juntas que la
vida de cada mujer vale y que queremos ser libres de decidir. En este camino, tenemos
todavía muchas posibilidades de mejoramiento, desafíos y trampas que
identificar y enfrentar juntas.
Empecemos
por reconocer y detenernos a pensar en una verdad irrefutable: las mujeres
somos las que damos la vida. Elegir libremente si queremos hacerlo, cuándo y
junto a quiénes hace toda la diferencia. Por esta razón luchamos por la
libertad de elegir que incluye el derecho al aborto legal. Parece una
afirmación simple y hasta banal, pero el patriarcado se encargó de distorsionarla
e incluso cuenta hoy con la complicidad de la pseudo-teoría queer que pretende ocultar la existencia del
género femenino y sus potencialidades, y por lo tanto niega la existencia de la
propia humanidad. Rechazamos de plano reconocernos como meros “cuerpos
gestantes” con “agujeros frontales”. Ni los más acérrimos patriarcas se animaron
a denominarnos de esta manera. Creemos que afirmar nuestra dignidad y nuestra
humanidad requiere reconocer que las mujeres somos generadoras
de la vida cotidianamente y en cada detalle, es una capacidad que nos
pertenecerá y nos pertenece desde siempre a cada una y va más allá de si
queremos ser madres biológicas o no. Y gracias a ella es que la humanidad se
sostiene, defiende y recrea su vida –inseparablemente del género masculino–,
incluso en las situaciones más difíciles. Liberarla, elegir sin
condicionamientos patriarcales cómo y junto a quiénes desarrollarla, puede ser
una garantía de bienestar para nosotras, para las/os niños y adultos.
No
estamos obligadas a parir, no es un camino ineludible. Es una elección, una
posibilidad que sin embargo se piensa y decide en soledad. Queremos pensar libremente y en común
quiénes queremos ser, sobre nuestras relaciones y los ámbitos que construimos, sobre
nuestra sexualidad sin censuras moralistas, sobre la posibilidad y la
concepción de la maternidad. Es una libertad positiva que queremos asumir y
luchamos por ella porque es parte de la construcción de una vida más benéfica. Una
libertad que rechaza de plano la cosificación del cuerpo femenino. Por eso,
defendiendo a las mujeres en situación de prostitución de la prepotencia de la
policía, los clientes y los proxenetas, afirmamos que la prostitución es
violencia hacia las mujeres. Nada tiene que ver con la libertad, como lo han
denunciado valientemente tantas feministas en el recorrido de nuestra historia.
Para nosotras, la conciencia de las mujeres
es un punto de apoyo fundamental para cambiar la vida. Nuestro camino es
independiente del Estado y sus instituciones. Por eso, si bien provoca
indignación saber del escandaloso financiamiento de la Iglesia por parte del
Estado y es justo exigir que se ponga fin a esa situación, no otorgamos un
ápice de confianza a la posibilidad de la “separación de la Iglesia del
Estado”. No podemos confundirnos: ambas son instituciones patriarcales, tanto
por su origen como por su desarrollo histórico, y su ADN patriarcal es irreformable. La Iglesia
encarna el odio milenario hacia las mujeres y nunca renunciará a hacerlo. Si
los Estados democráticos fueron más “permeables” a nuestras exigencias lo han
hecho con un solo objetivo: cambiar lo justo y necesario para seguir dominando.
¿Por qué, si no, en todos y cada uno de los países las democracias nacieron
excluyendo a las mujeres? ¿Cómo explicamos la batalla constante que debemos dar
por conquistarnos derechos elementales? Iglesias y Estados han hecho de la
maternidad –un acontecimiento enteramente femenino– un asunto de cúpulas, de
simposios científicos y de cónclaves religiosos. Detrás de aquella consigna
está la creencia de poder “purificar” o mejorar las instituciones burguesas a través
de nuevos representantes. Una afirmación más preocupante aún, viniendo de las
organizaciones o partidos que se reclaman revolucionarios. Podremos conquistar
derechos elementales si confiamos en nuestras propias fuerzas, pero no
depositamos esperanzas en lograr una improbable “neutralidad” institucional.
Este 28 de septiembre, movilizarnos y
luchar por el aborto legal, seguro y gratuito es urgente. Pero también te y nos
proponemos ir más allá. Estamos construyendo colectivos independientes y
estables de mujeres como ámbitos para el encuentro y el intercambio sobre estas
ideas, para la solidaridad directa y la autodefensa, de información y
contrainformación, para buscar juntas la libertad de las mujeres como libertad
de todos.
Queremos la vida, queremos la
libertad: ¡Aborto legal y gratuito ya!
¡La
libertad de las mujeres es
la
libertad de todos!
¡Protagonismo femenino y solidaridad!
¡Contra
la Iglesia, contra el Estado
y
su alianza patriarcal!
Círculo de Amigas Feministas
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