El
último 13 de junio un millón de mujeres fuimos protagonistas de una vigilia en
el Congreso para exigir el derecho al aborto libre, seguro y gratuito. Cerca
del mediodía del siguiente día los diputados aprobaron la media sanción de la
ley de interrupción voluntaria del embarazo. Esto nos hace sentir felices y
emocionadas, es un primer paso de las mujeres hacia la libertad de poder elegir
sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas.
¿Cómo seguimos?
Esta
parece ser la pregunta que recorre la mente y el corazón de todas. Para
comenzar a delinear una respuesta, es fundamental encontrar juntas las razones
de fondo de esta importante expresión de protagonismo femenino masivo. En el
origen de esta primera victoria está la identificación y la solidaridad entre
mujeres, en particular con las que más sufren. Intuimos que el bien y la
libertad de cada una es el bien y la libertad de todas. Hicimos prevalecer la
confianza en nosotras mismas frente a la hipocresía del Estado y la Iglesia.
Creemos que esas ideas, valores y prácticas son las que hay que profundizar, y
nos proponemos hacerlo, alimentando y yendo más allá de la lucha –que aún
continúa– por el aborto legal, apostando a hacer crecer un sentimiento de hermandad
femenina. Mucho más aún porque las reacciones
patriarcales no se hicieron esperar. Uno de sus mayores representantes, el Papa
Francisco, declaró que “el siglo pasado todo el mundo era escandalizado por lo
que hacían los nazis para cuidar la pureza de la raza. Hoy hacemos lo mismo
pero con guantes blancos”. Sus palabras expresan una condena falaz y un
desprecio sobre la libertad y la vida de las mujeres. El líder de la Iglesia
católica legitima y refuerza los múltiples comentarios y acciones de un sector
machista y patriarcal de la sociedad que al sentir amenazado sus privilegios
reacciona violentamente.
Unidad, independencia, solidaridad
La
posible conquista de la legalización del aborto es el resultado de la lucha del
movimiento de mujeres. El Estado no nos ha regalado nada sino más bien todo lo
contrario, enfrentamos cotidianamente su abierta hostilidad hacia la vida y la
libertad de las personas, en particular de las mujeres. Por eso es importante
profundizar un camino de unión, independencia y solidaridad entre mujeres.
Enfrentando cualquier intento de disolver el insustituible protagonismo
femenino, de divisionismo entre mujeres y de engaños estatales. Partir de las
protagonistas y de sus recursos más íntimos, desafiando los parámetros y valores
patriarcales para no caer en delegaciones y concesiones que apaguen nuestra
búsqueda de libertad. Luchar por nuestra libertad significa comenzar a pensarla
y redefinirla con nuevos contenidos, buscar experimentarla en la vida cotidiana
y en la luchas. Elegir libremente sobre nuestro cuerpo ¿puede ser pensarlo como
expresión de una mayor integridad de quién se es y quién se quiere ser? Elegir
libremente si ser madres o no ¿puede ser pensarla como una opción íntima y
transformadora, eligiendo una red de relaciones que garantice el desarrollo de
la vida sin condicionamientos estatales, religioso o familiares? Una sexualidad
más libre ¿puede pensarse ligada al sentimiento y al conocimiento recíproco en
nuestras relaciones?
Las
mujeres que formamos parte de los colectivos del CAF hemos comenzado a
reflexionar sobre estos temas, rastreando nuevas y mejores posibilidades para
vivir la libertad, la belleza, la sexualidad y sensualidad. Vení a construir
estos ámbitos estables de mujeres, para ser una protagonista independiente y
solidaria que no delega ni renuncia a aquellas búsquedas más profundas y
transformadoras para el mejoramiento de la vida de las mujeres y de
todos.
Círculo de Amigas Feministas
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