PARA
VIVIR SIN VIOLENCIA,
DECIDIR
Y EXPRESARNOS LIBREMENTE
Los últimos años cientos de miles de mujeres empezamos
a encontrarnos unidas en las calles. Nuestra conciencia empezó a cambiar. Gracias
a ello, la violencia de género comenzó a llamarse por su nombre: violencia
patriarcal, sistemática. Y a ser enfrentada, gracias a la solidaridad activa entre
mujeres desde abajo y al posicionamiento de los hombres más dispuestos a
cuestionarse. Esa viene siendo la principal y más útil barrera de contención.
Porque las presuntas soluciones políticas y estatales siempre son ineficaces.
El Estado, por más que intente maquillarse, no logra ocultar su carácter
profundamente patriarcal, por lo tanto peligroso. Aun así, la “contención” es
insuficiente porque un cambio profundo en las relaciones entre los géneros
requiere un compromiso conciencial y cultural independiente, afirmativo, de
fondo, de largo aliento. Pero estamos ante un inicio precioso, fundamental y contradictorio.
Un inicio a cuidar y cultivar. En las calles y en la vida.
Este inicio se enriquece cuando el rechazo activo
a la violencia patriarcal se entrelaza y alimenta con la exigencia de libertad.
Libertad para decidir sobre nuestras vidas, que están siempre entrelazadas a
las vidas de otras y otros. Las mujeres damos la vida. Elegirlo es una de las
opciones más delicadas, íntimas, laboriosas y transformadoras. Por lo tanto,
necesita ser una opción libre. Sin ningún tipo de condicionamiento: ni de la
Iglesia, ni del estado, ni de los padres, ni de los maridos. Nadie puede
decidir en lugar de las mujeres. Por eso desde hace años exigimos el aborto
legal, seguro y gratuito. Un derecho que no es de uso feliz, pero que garantiza
un principio irrenunciable: cada mujer debe poder elegir una maternidad
responsable y deseada, que sea fuente de bien para sí y para quien nace.
Ninguna ley estatal puede ser garantía de vivir mejor la sexualidad, ni de
concebir de manera nueva y libre las relaciones y los sentimientos, pero puede
impedir nuevas víctimas y nuevos sufrimientos. No toleramos ningún control de
las Iglesias ni de los Estados. Y denunciamos el negocio millonario de la
clandestinidad, a costa de víctimas y sufrimiento.
A la libertad la queremos pensar como un valor
sobre todo positivo. Por ejemplo, para expresar la belleza única de cada mujer,
que es siempre una cuestión de entereza. El patriarcado desde siempre ha
buscado censurarla y controlarla, prescribiendo modelos degradantes. Lamentablemente
muchas mujeres deciden adherir a esos modelos. Pero si nos unimos, podemos
afirmar juntas nuestra belleza, expresarla libremente, empezar a redefinirla en
sus contenidos, a descubrir su inseparabilidad del bien
común.
Nuestro compromiso combina exigencias inmediatas
con búsquedas más profundas. Este 4 de junio es una nueva ocasión de
encontrarnos, movilizarnos y debatir sobre las primeras y las segundas. Un
nuevo pasaje en un camino que hemos emprendido y queremos profundizar. Contra
el machismo y por la libertad.
LUNES
4 DE JUNIO ¡MOVILICÉMONOS
JUNTAS!
Defendemos la vida. Queremos
la libertad.
¡Aborto legal y gratuito ya!
Círculo de Amigas Feministas
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