¡La libertad de las mujeres
es la libertad de todos!
Las mujeres somos las primeras en
defender, cuidar y proyectar la vida de todos. Lo hemos hecho desde siempre y
lo seguimos haciendo incluso hoy, en un mundo cada vez más caótico y violento.
Las represiones, guerras y terrorismos que atentan contra la gente común en
cualquier momento y lugar tienen como principales responsables a todos los
Estados, democráticos o no. La masacre en Texas, la represión en
Catalunya, el atentado nazi-yihadista en Marsella y un parlamento alemán
plagado de nazis son las últimas expresiones de la tempestad asesina que
atraviesa el mundo. En América Latina, desde Venezuela hasta Argentina, los
gobiernos castigan a las poblaciones matando, persiguiendo y desapareciendo
personas como a Santiago Maldonado. Mientras tanto, ofrecen el circo electoral
decadente para sostener los cantos de sirena cada vez más inverosímiles de la
“participación ciudadana”, como expresa la rancia campaña electoral en curso.
Para todos ellos, los votos y sus arcas valen más que nuestras vidas. En este
caldo de cultivo opresivo, la violencia patriarcal es causa y alimento de una
normalidad cada vez más mortífera que tiene como principales víctimas a mujeres
y niñas/os. Detrás
de los crímenes y abusos cotidianos contra el género femenino hay cinco mil
años de patriarcado. Un poder masculino negativo y violento que,
desde hace 150 años, millones de mujeres comenzamos a poner en discusión, pero
que todavía no está derrotado. Es más, frente al tenaz anhelo de libertad
femenina que recorre el mundo, se vuelve aún más feroz por temor a la
posibilidad de perder sus privilegios.
¿Pero qué idea de libertad?
Un nuevo ENM nos
encuentra juntas. Es necesario movilizarnos, luchar y reaccionar para
defender la vida contra la violencia machista como comenzamos a hacerlo, pero
esto no alcanza. También es urgente pensar. Reflexionar y diseñar juntas los
contenidos de la libertad que estamos buscando todavía de manera
intuitiva y emotiva. Prestemos atención, porque la jaula patriarcal
está llena de trampas y ofrece caminos engañosos: que las mujeres –al
igual que los hombres– tengamos también la posibilidad de dirigir el poder
opresivo de los Estados, comandar ejércitos, explotar, reprimir. O bien, que
busquemos una libertad en clave individualista –por ende burguesa y machista–
de “hacer lo que yo quiera” prescindiendo o aplastando el bien de
las/os demás. De esta idea negativa de la libertad se derivan concepciones más
peligrosas: traficar por liberación femenina el poder de “vender” nuestro
cuerpo al mejor postor. Para nosotras, la prostitución fue, es y será violencia
contra las mujeres. O peor aún, se puede llegar a afirmar la libertad
reaccionaria de poner en cuestión la propia existencia del género femenino,
como sostienen las ideas queer. Negando a las mujeres se niega a la misma
humanidad y sus mejores recursos, a la vez que se lavan las responsabilidades
milenarias del género masculino en la opresión patriarcal. Que hoy, desde el
interior del movimiento de mujeres una parte –aunque ínfima– ponga en cuestión
estas verdades tan elementales ganadas de la mano de mujeres que nos
antecedieron en la lucha representa un retroceso neto en el largo camino de la
liberación femenina. ¿Es ésta la libertad que estamos buscando?
Defender la vida y la libertad de
todos
Para
nosotras se trata, en primer lugar, de la libertad de elección: elegir
libremente quién se quiere ser, qué relaciones construir, qué ámbitos humanos
conformar, qué aspiraciones de vida tener, la manera de concebir y vivir la
sexualidad. Para esto, debemos rechazar la farsa electoral y liberarnos de toda
tutela estatal, familiar o masculina eligiendo y aprendiendo a ser
protagonistas directas de nuestras elecciones de vida. Por ejemplo, podemos
elegir ser solidarias con otras mujeres ayudándonos recíprocamente a afirmar
nuestra libertad y dignidad. Podremos gozar de una sexualidad más
libre si elegimos pensar el placer, los sentimientos y pensamientos sobre sí y
los otros de manera más íntegra y expansiva, lejos de las “obligaciones
reproductivas” o de la subordinación de nuestra propia satisfacción al placer
de los otros que tanto Estados, Iglesias y convenciones
sociales quieren imponernos. También puede ser elegir la libertad de
mejorarnos a nosotras mismas y, por ende, de construir relaciones leales y agregados
humanos más benéficos, con otras mujeres y con los hombres más disponibles. Si
elegimos enfrentar la complicidad que, lamentablemente, todavía existe con el
patriarcado, las mujeres podemos
ser guías de una vida mejor para todos, por esto nuestra libertad de elección
sobre todos los aspectos de la vida es un valor fundamental por el cual
comprometerse. Podemos elegir liberar nuestras mejores capacidades creativas de
una vida alternativa para nosotras, para los niños, los ancianos, los hombres.
Es decir, para toda la humanidad. Por todo esto, para transitar juntas este
camino, construimos colectivos de mujeres. Ámbitos estables e independientes
para el encuentro y el intercambio de ideas, la solidaridad directa y la
autodefensa, la unión y la contrainformación, la reflexión y el crecimiento de
la conciencia. Cada una puede hacer la diferencia con su protagonismo y
comenzar a agregar a su alrededor a las amigas y conocidas más disponibles para
comenzar a cambiar la vida propia y la de todas. ¡Unámonos para construirlos!
¶ ¡La libertad de las
mujeres es la libertad de todos! ¡Defendámosla!
¶ ¡Son nuestras vidas,
es nuestra decisión: aborto seguro, libre y gratuito!
¶ ¡Justicia por Mayra
Benítez, por Mariela Fernández y por todas!
¶ ¡A la violencia solas la
sufrimos, unidas podemos enfrentarla!
¶ ¡Seamos protagonistas!
¡Construyamos colectivos de mujeres independientes de toda tutela estatal!
¶ ¡Aparición con vida
de Santiago Maldonado! ¡Fuera Bullrich! ¡La vida vale más que los votos! En
estas elecciones ¡impugná con la foto de Santiago!
Círculo de
Amigas
Feministas