La libertad de las mujeres es
un bien para todos
La
violencia patriarcal recrudeció drásticamente durante los últimos meses. Una
mujer fue asesinada cada 21 horas y salieron a la luz
aberrantes violaciones colectivas en Tandil y La Plata. El cuádruple femicidio en
Entre Ríos puso blanco sobre negro una realidad alarmante: la violencia
machista se cobra también la vida de por lo menos 50 niñas y decenas de niños
por año, y alrededor de 270 quedan huérfanos. Hombres frustrados que, en su
prepotente búsqueda por coartar la vida y la libertad de las mujeres, asesinan
sin descaro y arruinan también la vida de los más pequeños e indefensos. Detrás
de estos crímenes y de los abusos cotidianos hay cinco mil años de patriarcado.
Un poder masculino negativo y violento que, desde hace 150 años,
millones de mujeres comenzamos a poner en discusión, pero que todavía no está
derrotado. Es más, frente al tenaz anhelo de libertad femenina que recorre el
mundo, se vuelve aun más feroz por temor a la posibilidad de perder sus
privilegios.
¿Pero qué idea de libertad?
Es
necesario movilizarnos, luchar y reaccionar contra la violencia machista como hemos
comenzado a hacerlo, pero no alcanza. Es urgente también comenzar a
encontrarnos, reflexionar y diseñar juntas los contenidos de la libertad que
estamos buscando todavía de manera intuitiva y emotiva. Prestemos
atención, porque la jaula patriarcal está llena de trampas y
ofrece un camino engañoso: que las mujeres –al igual que los hombres– tengamos
también la posibilidad de dirigir el poder opresivo de los Estados, comandar
guerras y ejércitos, explotar, reprimir. O bien, que
busquemos una libertad en clave individualista –por ende burguesa y
machista– de “hacer lo que yo quiera”
prescindiendo o aplastando el bien de las/os demás. A regañadientes pero, para
conservar incólume su dominio, el patriarcado está dispuesto a compartir una
(ínfima) cuota del poder violento que lacera a toda la humanidad. ¿Es esta la
libertad que estamos buscando?
Por la libertad y el bien de todos
Para
nosotras se trata, en primer lugar, de la libertad de elección: elegir
libremente quién se quiere ser, qué relaciones construir, qué ámbitos humanos
conformar, qué aspiraciones de vida tener, la manera de concebir y vivir la
sexualidad. Por ejemplo, podemos elegir ser solidarias con otras mujeres
ayudándonos recíprocamente a afirmar nuestra libertad y
dignidad. Podremos gozar de una sexualidad más libre si elegimos pensar el
placer, los sentimientos y pensamientos sobre sí y los otros de manera más íntegra
y expansiva, lejos de las “obligaciones reproductivas” o de la subordinación de nuestra propia satisfacción al placer de los otros que
tanto Estados, Iglesias y convenciones sociales
quieren imponernos. También puede ser elegir la libertad de mejorarnos a
nosotras mismas y, por ende, de construir relaciones leales y agregados humanos
más benéficos, con otras mujeres y con los hombres más disponibles. Las mujeres
podemos ser guías en la elección de una vida mejor para todos, por esto nuestra
libertad de elección sobre todos los aspectos de la vida es un valor
fundamental por el cual comprometerse. Podemos elegir liberar nuestras mejores
capacidades creativas de una vida alternativa para nosotras, para los niños,
los ancianos, los hombres. Es decir, para toda la humanidad.
¡La libertad de las mujeres es la libertad de todos! ¡Defendámosla!
¡Son nuestras vidas, es nuestra decisión: aborto seguro, libre y gratuito!
¡Basta de violencia contra las mujeres! ¡La vida de cada mujer vale!
¡Justicia por Suhene, por Lucía y por todas!
¡A la violencia solas la sufrimos, unidas podemos enfrentarla! ¡Seamos
protagonistas!
Círculo de Amigas Feministas
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