Un mundial contra la dignidad de las mujeres

Acaba de concluir el año y el balance sobre las condiciones de existencia de las mujeres en este país arroja nuevamente un saldo negativo. A la violencia extrema de los femicidios y los abusos sexuales se sumó el empobrecimiento producido por los ajustes económicos del gobierno peronista. Tampoco cesaron los hostigamientos callejeros o las subestimaciones en los ámbitos de estudio o trabajo. Pero a este contexto hostil se añadió –entre el pan dulce y el brindis– la “fiebre mundialista” que subió la temperatura del machismo, el racismo, la homofobia y el patrioterismo a niveles supremos. Y cuando estos “atributos” están presentes, la vida y la dignidad de las mujeres corren más riesgos. No creemos estar exagerando y, de hecho, es para nosotras todavía una reflexión en curso. Pero estamos convencidas de hablar sobre esto con todas las mujeres que estén disponibles para reaccionar juntas. Porque la alegría por un nuevo mundial ganado no puede hacer que la búsqueda de libertad y dignidad femenina sea barrida debajo de la alfombra en pos de los festejos “populares”. 

Patriarcas del planeta, unidos

El mundial fue realizado en un país donde es brutal la misoginia y la persecución a gays y lesbianas. No siendo suficiente esto, durante el certamen, el régimen iraní condenó a muerte a un jugador de fútbol por solidarizarse con la lucha de las mujeres de ese país, contando con la total indiferencia de las selecciones nacionales, argentina incluida. Nada de esto importó durante el juego y mucho menos durante los festejos realizados aquí luego de la conquista de la copa: junto a los cantos misóginos y racistas, regresó a la escena la veneración a un maltratador como Maradona, apareció una nueva idolatría hacia el “Dibu” Martínez, que con cada premio que le entregan hace alarde de su frustración masculina, y la victoria deportiva fue parangonada con la posesión sexual de los rivales vencidos o a la “paternidad” sobre ellos. ¿Qué tiene que ver todo esto con la defensa de la dignidad femenina? ¿O, por lo menos, con algún reflejo feminista que hayamos podido aprender en estos años? Nada. Y sin embargo, hay quienes siempre están disponibles a servir voluntariamente al patriarcado justificando todas sus fechorías.

Los falsos feminismos, en su salsa

Repudiable fue la cobertura del mundial por parte de algunas pseudofeministas nucleadas, en su mayoría, en el periódico Página 12 y el colectivo Ni Una Menos. Lo llamaron el “Campeonato mundial de la ternura” y reivindicaron “la vulgaridad irreverente [de los jugadores] porque puede ser un destello antipatriarcal para seguir en nuestro intento de cambiarlo todo”. En realidad, es la expresión de que no quieren cambiar nada. Porque eligieron poner de lado la misoginia y homofobia qatarí, porque callaron frente a la represión en Irán, porque ocultaron deliberadamente la connivencia de los jugadores argentinos con un abusador como Thiago Almada, porque promueven la simpatía por las expresiones machistas del arquero, porque celebran (¡y cómo!) las bravuconeadas al estilo “compadrito argentino” y porque inflaron sus discursos con odas a los “valores familieros” de los jugadores como haría cualquier párroco de la Iglesia católica. Lejos, pero muy lejos, de las lecciones que nos dejaron algunas feministas pioneras que supieron no capitular a las costumbres machistas, todas ellas muy “populares”.   

Una posibilidad diferente

Podemos intentar ser más íntegras y, por eso, más alegres y felices, más capaces de aprender y enseñar a interpretar los momentos de la vida según ideas y valores que nos hacen mejores personas, como la solidaridad femenina (con las qataríes y las iraníes, en primer lugar) y la independencia de todos los patriarcas. Intentándolo, incluso, podemos descubrir caminos para aprender a jugar y a disfrutar de una fiesta con otras/os, siempre unidas e intransigentes en hacer primar el respeto y la libertad femenina, con cuidados y sin riesgos para nadie, contrarrestando las expresiones de machismo, homofobia y racismo porque así podremos lograr construir ámbitos humanos más seguros (y mucho más alegres) para nosotras y para todos. Es decir, podemos aprender juntas a comprometernos por la solidaridad y la independencia en las luchas y cotidianamente. Esto es lo que nos proponemos, entre otras tantas cosas, en los colectivos del CAF. Te esperamos.

   Coordinación del Círculo de Amigas Feministas